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En los tiempos que corren sorprende descubrir en Euskal Herria rincones de gran belleza que, además, posean una diversidad biológica excepcional. Afortunadamente, todavía es posible. Uno de esos lugares es el entorno del puerto de Orduña: Sierra Sálvada.
Está situada en el noroeste de Álava, justo en la muga con Burgos. Es una meseta de más de 100 km2 cubierta de hayas, quejigos, brezos y pastizales fundamentalmente, que tiene una suave pendiente por el sur y un precipicio de 600 m por el norte. Un paisaje privilegiado, cuya visión está marcada siempre por el paredón calizo de 27 km de longitud y el verde intenso de la vegetación.
Cuenta la leyenda que, antaño, esta preciosa sierra fue habitada por un inmenso dragón que se alimentaba de leche de oveja y de la carne de las personas que encontraba a su paso. Vivía bajo la cumbre del Txarlazo, donde hoy se erige el monumento a la Virgen de la Antigua, patrona de Orduña (Bizkaia). Muy cerca de allí, en una cueva conocida como Koba haundi, también solía cobijarse Mari, la deidad suprema de la mitología vasca, que asustaba a la población cruzando el firmamento convertida en una bola de fuego.
Era otra época. Los personajes mitológicos que poblaron esta sierra se fueron para siempre dejando huérfanos a los pastores que desde hace 4.500 años recorren con su ganado los valles y las cumbres de Sálvada. Los numerosos dólmenes y túmulos hallados tanto en el altiplano como en los valles son testigos de esa primera ocupación.
También es prehistórico el sistema de caza empleado en las dos loberas que aún permanecen en pie —una a cada extremo de la sierra— y que reflejan la secular lucha que han mantenido el hombre y el lobo. Después de varias décadas de ausencia, el cazador más conflictivo de la fauna ibérica vuelve a campear por las mismas cimas y valles que disputa con los humanos desde que se crearan los primeros rebaños.
El lobo es, sin duda, el mamífero que más da que hablar, pero en este enclave viven otras 54 especies de mamíferos que también merecen nuestra atención. Entre ellas, citaremos tres que están en peligro de extinción en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Se trata de la nutria común, el visón europeo y el murciélago mediterráneo de herradura.
En cuanto a las aves, últimamente el protagonismo recae sobre el buitre común, pero Sálvada tiene bastante más que una numerosa población de buitres. Esta sierra tiene el privilegio de ser uno de los mayores tesoros ornitológicos de todo el continente europeo. Así se desprende de la investigación que realizamos en 2007 para el libro “Gorobel mendilerroa/Sierra Sálvada”, con el patrocinio del Gobierno vasco. Según ese estudio, basado en datos de la Sociedad Española de Ornitología, Sálvada es —junto con la zona de Valderejo— el lugar de mayor riqueza de aves reproductoras de toda la península Ibérica, ya que aquí, en el límite entre Álava y Burgos, cada primavera crían en torno a 120 especies por cuadrícula de 100 km2.
En total, Sálvada —incluido el pantano de Maroño— reúne a 229 especies de vertebrados. Casi un tercio de las especies de esta sobresaliente muestra —así como 15 especies de plantas— se incluyen en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas de Fauna y Flora, Silvestre y Marina. De los Invertebrados cabe destacar que esta sierra y los Picos de Europa son los dos únicos lugares de la Península en los que vive la mariposa Lopinga achine.
La razón de esta enorme diversidad biológica responde al hecho de que aquí confluyen dos climas —el atlántico y el mediterráneo—, y a la existencia de una gran variedad de hábitats en los que la intervención humana ha sido moderada.
Pero el carácter extraordinario de Sierra Sálvada se refleja también en el aspecto geológico, ya que aquí se encuentra la cascada más larga de toda la península Ibérica: el Salto del Nervión, con una caída vertical de 270 m desde el Monte Santiago (Berberana, Burgos) hasta el circo de Délika (Amurrio, Álava). La visita a este lugar merece la pena en cualquier época del año, pero es recomendable ir en época de deshielo o después de fuertes lluvias porque solo entonces podremos ver cómo se precipitan al vacío las aguas del recién nacido Nervión. Se accede desde la cima del Puerto de Orduña o a través de la sierra de Gibijo, por Unzá (Urkabustaiz, Álava).
Bajo tierra, el fabuloso complejo kárstico de Sálvada esconde más de trescientas cavidades, el doble que Gorbeia, por ejemplo. Y entre ellas, se oculta una de las más grandes del mundo: el Sistema del Hayal de Ponata que, en total, cuenta con 45 kilómetros de desarrollo topografiados.
Muchas de esas grutas fueron utilizadas como refugio tanto por los animales como por nuestros antepasados. De ahí que, hasta el momento, se hayan encontrado restos arqueológicos y/o paleontológicos en 26 de ellas.
Además de la espeleología, Sálvada ofrece la posibilidad de practicar senderismo y ciclismo de montaña por valles y por cumbres de más de mil metros (Eskutxi, Ungino, Iturrigorri...) y de sentir la inigualable sensación de volar como las aves. No en vano, la Peña de Orduña fue una de las cunas del vuelo en ala delta y parapente en nuestro país. Actualmente es el escenario del Festival Internacional de Vuelo de Orduña y, sin duda, una de las mejores zonas para volar de todo el continente.
Los escaladores, en cambio, no suelen frecuentar las paredes de esta sierra, aunque no podemos olvidar que la escalada moderna en Euskal Herria nació precisamente aquí. Fue en 1924, cuando el bilbaíno Ángel Sopeña —primer vasco que subió al Naranjo de Bulnes— escaló por primera vez el Pico del Fraile, un monolito de piedra de singular perfil que se eleva sobre el circo de Tertanga (Amurrio, Álava).
Gracias a su riqueza ecológica, Sierra Sálvada forma parte de la Red Natura 2000. Alberga dos Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y tres Lugares de Importancia Comunitaria (LIC). Pero, aún así, se enfrenta a varios factores de riesgo que pueden afectar negativamente a sus ecosistemas. Entre otros, destacamos los tendidos eléctricos, la circulación de vehículos a motor, los disparos, el uso de venenos, la excesiva carga ganadera, el deterioro de las charcas y la instalación de centrales eólicas.
La responsabilidad de minimizar esos riesgos y de hacer posible que las generaciones futuras también puedan disfrutar del tesoro de Sierra Sálvada es solo nuestra. No deberíamos olvidar que conocer bien un espacio es la mejor forma de amarlo y respetarlo, y que cuidando nuestro patrimonio natural, protegemos a todos los seres vivos que habitan y habitarán en él, incluido el ser humano.
Joseba Egiguren y José Miguel Llano son autores y editores del libro Gorobel mendilerroa/Sierra Sálvada, publicado en 2007, con el patrocinio de la Dirección de Biodiversidad y Participación Ambiental del Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno Vasco.